En antiguas épocas de pobreza, enfermedades como beriberi, escorbuto, pelagra y raquitismo eran muy frecuentes entre las clases menos favorecidas y su causa era desconocida. En 1905, el científico inglés William Fletcher observó que el beriberi se producía en personas que comían arroz blanco pelado, pero no en personas que comían arroz con cáscara. En 1912, el científico polaco Casimir Funk descubrió en el arroz una sustancia que podía prevenir el beriberi y acuñó el término VITAMINA combinando dos palabras, VITA, que significa vida y AMINA, por la sustancia química presente en la sustancia recién descubierta.
Poco a poco y en un periodo de aproximadamente 30 años (de 1910 a 1940), se fueron descubriendo más y más de esas “sustancias vitales” o vitaminas en diversos alimentos, lo cual nos dice que todas las vitaminas están en los alimentos. Las vitaminas fueron bautizadas con las letras del abecedario: A, B, C, D, E, etc.
El problema del mal uso de las vitaminas empieza en 1935 cuando el Dr. Tadeusz Reichstein del Instituto Federal Suizo de Tecnología de Zúrich desarrolló la tecnología para sintetizar la vitamina C y luego otros científicos empezaron a sintetizar otras vitaminas. Como cualquier industria que tiene un producto que vender, la industria de las vitaminas empezó a diseñar un plan de mercadeo para vender sus múltiples productos. ¡Y qué fácil resultó vender vitaminas! Del mismo modo que en los cursos de lógica del colegio nos enseñaron que un juego de palabras podía producir afirmaciones absurdas como esta: Tomar alcohol mata a las neuronas. Las neuronas que mueren son las más débiles. Si las neuronas que mueren son las más débiles, las que quedan son las más fuertes. Por lo tanto, cuanto más alcohol bebo, más neuronas fuertes tengo y soy más inteligente.
La industria de las vitaminas hizo lo propio: Si nos faltan vitaminas, nos enfermamos. Si tomamos vitaminas, estamos sanos. Si estamos sanos es porque tenemos vitaminas en el cuerpo. Por lo tanto, si consumimos abundantes vitaminas seremos más saludables,
Y así empezó la cosa, la gente se creyó el cuento y nació la enorme industria de las vitaminas y los suplementos, que en otra muestra de ingenio, combinó varias vitaminas en una sola pastilla, dando paso al nacimiento de las famosas y ubicuas multivitaminas, a las que luego se le agregaron minerales, comercializándose entonces los multivitamínicos con minerales.
Se calcula que la poderosa industria de las vitaminas y suplementos mueve, sólo en Estados Unidos, la exorbitante cantidad de 28.000 millones de dólares al año, por lo que cada país tiene sus propios portavoces de vitaminas y minerales, los cuales hacen fortunas con la venta de estos productos.
Y en su afán de mercadear sus productos, los comerciantes empezaron a inventar supuestos beneficios de las vitaminas: que podían prevenir enfermedades como el cáncer y las enfermedades del corazón, que podían defendernos de las infecciones, que podían hacernos vivir más, que nos devolvían la energía y nos quitaban el cansancio, que nos daban vista de águila, que hacían desaparecer los quistes de los senos, etc.
¿Quién podía dudar de sus beneficios, si las vitaminas son esenciales para la vida? Qué lindo y fácil suena, ¿verdad? Tomar una pastilla que contenga todas las vitaminas y minerales del abecedario y olvidarse de los problemas de salud, sentirse maravillosamente bien, fuerte y con energías, aumentar las defensas del cuerpo, prevenir las infecciones y hasta las enfermedades del corazón, el cáncer, y el Alzheimer. Vaya al supermercado y vea todas las clases de vitaminas que existen: para niños, para hombres jóvenes, para hombres maduros, para mujeres jóvenes, para mujeres de edad mediana, para mujeres en menopausia, para ancianos, para ancianas, para deportistas, etc.
Y pensar que todo el mal uso de las vitaminas se basa en viejas creencias sin sustento científico, creencias alimentadas por una industria que cuenta con la complicidad pasiva (y a veces activa) de los profesionales de la salud, quienes todavía no han sopesado las evidencias en contra de esos productos. Pero como todo en la vida tiene su final, esa creencia está empezando a ponerse en duda y la verdad se está abriendo paso. Recientemente se ha venido documentando que los suplementos de vitaminas y minerales no sólo son inútiles, sino también -y esto es lo más preocupante- pueden causar serios problemas de salud. Veamos cual es la evidencia.
En la reunión anual de la Asociación Norteamericana de Investigación del Cáncer, realizada en noviembre del 2008, se dio a conocer el resultado del estudio hecho a 15.000 médicos que tomaron vitaminas E y C para prevenir el cáncer. Los resultados fueron desalentadores: las vitaminas E y C no sirven para prevenir el cáncer. Previamente, se había comunicado en la Revista de la Asociación Médica de Norteamérica, que el uso de las vitaminas E y C tampoco previene las enfermedades del corazón.
En octubre del 2008, la Revista de la Asociación Médica de Norteamérica publicó los resultados de un estudio llamado SELECT (Selenium and Vitamin E Cancer Prevention Trial), el cual había despertado grandes esperanzas por que se pensaba que la supuesta capacidad antioxidante de la combinación de esas vitaminas podía prevenir el cáncer de la próstata. Lamentablemente el estudio tuvo que ser suspendido antes de que concluya porque los hombres que estaban tomando vitamina E y Selenio, estaban desarrollando más casos de cáncer y diabetes comparados con los hombres que no tomaban esas sustancias. En otras palabras, la combinación de vitamina E y Selenio (ambos muy publicitados como poderosos antioxidantes) podían causar cáncer y diabetes.
Ese mismo mes, en un estudio publicado en la revista Cancer Research se demostró que las células cancerosas tratadas con vitamina C no son significativamente afectadas por la quimioterapia, por lo que se concluye que la vitamina C no sólo protege a las células normales sino también a las células cancerosas. Es por eso que dar un tratamiento de vitamina C a un paciente no tienen sentido.
Uno de los estudios más preocupantes se publicó el 4 de enero del 2005 en la revista Anales de Medicina Interna. Investigadores del Hospital Johns Hopkins en Baltimore revisaron 19 publicaciones que estudiaron a 135.000 personas y concluyeron que las personas que tomaban 400 UI de vitamina E tuvieron 4% mayor de mortalidad comparados con las personas que no tomaron la vitamina E. En otras palabras, las personas que toman vitamina E mueren en mayor número que los que no toman la vitamina. Ese riesgo aumenta a 6% cuando la vitamina E se combina con minerales.
Otra investigación, publicada en la Revista de la Asociación Médica de Norteamérica en marzo del 2005 estudió a más de 7.000 personas con enfermedades del corazón y diabetes para ver si el tomar 400 UI de vitamina E podía prevenir el cáncer o detener el progreso de la enfermedad cardiaca o la diabetes. Los resultados indicaron que la vitamina E no sólo fue inefectiva en prevenir el cáncer, sino que produjo más casos de falla del corazón (insuficiencia cardíaca).
Otros dos estudios, publicados en la revista de Oncología Clínica en agosto del 2005 y en la Revista del Instituto Nacional del Cáncer de EEUU en abril del 2005, estudiaron a 540 pacientes con cáncer en la cabeza o el cuello para ver si la vitamina E tomada sola o en combinación con beta-caroteno podían prevenir que aparezcan nuevos casos de cáncer (se pensaba que las propiedades antioxidantes de la vitamina E y el beta-caroteno podían evitar que aparezcan nuevas lesiones). El resultado demostró que ni el beta-caroteno, ni la vitamina E pudieron prevenir el cáncer, sino que los que tomaron la vitamina E sola, tuvieron el DOBLE de posibilidades de que esa vitamina provoque el cáncer en la cabeza y el cuello.
Este estudio confirmó uno que se había hecho en Finlandia en 1994, en el que se demostró que las personas fumadoras que tomaron 20 miligramos diarios de beta-caroteno tuvieron 18% más probabilidades de desarrollar cáncer del pulmón.
Previamente, un estudio norteamericano llamado CARET (Carotene and Retinol Efficacy Trial) tuvo que ser urgentemente suspendido porque los participantes que tomaron vitamina A y beta-caroteno tuvieron 28% más casos de cáncer de pulmón y 26% más probabilidades de morir de una enfermedad del corazón. El estudio se había hecho con la idea de que esas vitaminas antioxidantes protejan a los participantes del cáncer (el tabaco produce cáncer respiratorio y los asbestos de las pleuras).
Como consecuencia de esos estudios, en la actualidad se recomienda que los fumadores y los pacientes con cáncer de cabeza y de cuello no tomen vitamina A ni beta-caroteno.
Y hablando de la prevención de las infecciones, ¿no nos han dicho siempre que la vitamina C ayuda a prevenir y combatir los resfríos y la gripe? Pues le cuento que una revisión de 29 estudios sobre el tema concluyó en el 2004 que la vitamina C no ayuda a prevenir resfríos en las personas comunes y corrientes. Al parecer, el beneficio que se vio en atletas fue consecuencia del ejercicio y no de la vitamina C.
Otro estudio, publicado en octubre del 2004, revisó 14 publicaciones en las cuales se quería saber si las vitaminas A, E, C y el mineral Selenio podían prevenir los cánceres del esófago, estómago, hígado, colon y páncreas. Nuevamente, los resultados no sólo fueron desalentadores, sino que las personas que tomaron esas vitaminas (solas o en combinación) presentaron 6% más casos de cáncer que los que no los usaron.
En el año 2002, un estudio de más de 72.000 mujeres enfermeras demostró que aquellas que consumían suplementos de vitamina A, tuvieron 48% más probabilidades de sufrir fracturas del fémur.
Otro estudio, publicado en abril del 2006 en la Revista Médica de Nueva Inglaterra, demostró que el uso de las vitaminas B6, B12 y ácido fólico no ayuda a disminuir los estragos de las enfermedades del corazón.
Y con respecto a los ancianitos, una revisión de siete estudios publicado en marzo del 2005 en la Revista Médica Británica, demostró que el uso de las multivitaminas y minerales durante un año no disminuyó la frecuencia de infecciones en ellos.
En la reunión anual del Instituto Norteamericano de Investigación de Cáncer del 2008, investigadores del Hospital de Cáncer Memorial Sloan Kettering recomiendan que los pacientes con cáncer no deben tomar vitaminas ni suplementos de hierbas por la interferencia que esas sustancias puedan tener con sus tratamientos. En esta misma reunión, se mencionó que el folato o ácido fólico, una vitamina del grupo B, tiene una doble acción: protege del cáncer del colon a familias con alto riesgo, pero puede promover el cáncer del colon en una persona de riesgo normal.
Del mismo modo, la Sociedad Americana del Cáncer, en sus recomendaciones a los supervivientes del cáncer dice también que las multivitaminas no deben ser consumidas ni durante, ni después del tratamiento contra esa enfermedad.
Tres recientes estudios publicados en el 2013, han demostrado que las multivitaminas no previenen ni cáncer ni enfermedades del corazón, no ayudan a mejorar la memoria o las funciones intelectuales, ni previenen un segundo ataque cardiaco.
En conclusión amables lectores, estamos aprendiendo, lenta pero seguramente, que el tomar pastillas de multivitaminas y minerales no sólo es una pérdida de dinero, sino que puede ser perjudicial para la salud.
La excepción a la regla son las mujeres embarazadas que sí deben tomar multivitaminas durante su embarazo. Es más, ellas deben empezar a tomar ácido fólico desde antes de embarazarse para prevenir la aparición de espina bífida en su bebe. Otras excepciones son aquellas personas en quienes se demuestra una deficiencia documentada de vitaminas en su organismo o personas de cualquier edad (incluidos niños pequeños y ancianos) que por alguna razón de salud tienen dificultades para alimentarse o sufren de enfermedades intestinales que impiden una adecuada digestión y absorción de alimentos.
Quiero concluir reafirmando que la única fuente de las tan necesarias vitaminas y minerales son los alimentos. Comer de todo en porciones pequeñas, prefiriendo frutas y vegetales, es la mejor fuente de la juventud. En otras palabras, la única vitamina que debemos consumir es la Vitamina O (olla), esforzándonos en cocinar todos los días y tener una alimentación sana y balanceada.